miércoles, 12 de junio de 2013

Querido yo a los 18



Hola queridos alumnos, os propongo una actividad para terminar el curso, creo que os puede resultar interesante ya que os veo haciendo cábalas sobre el futuro. Dicha actividad consiste en hacer una cápsula de tiempo que clausuraremos y será abierta a final de 2º de bachillerato, es decir, en el lejano 2016. En esta introduciréis una carta, algún objeto, y alguna cosa más que se os ocurra.

El concepto de la cápsula recuerda a las lejanas Sondas Voyager  en cuyo disco dorado se grabaron  sonidos e imágenes que retratan la diversidad la cultura en la Tierra, sonidos, saludos en 55 idiomas, y una selección de músicas que muestra de nuestro genio. 






Esa será la primera parte de la actividad, deberéis seleccionar un momento que penséis que merece la pena rescatar; por otro lado, deberéis seleccionar algo cultural penséis que deba ser destacado.





A continuación tenemos que viajar al futuro, quiero que os imaginéis dentro de tres años, de diez, de veinte y que visualicéis qué esperáis, cómo será ese futuro. Para ello os dejo este vídeo que os puede ayudar:








La carta seguirá la siguiente estructura:

Nombre:                                                                       Fecha:


Querido yo a los 18… ahora soy un[descripción de uno] Quiero que recuerdes este año 2013[algo que quieras recordar], el mismo año que aprendí[…]. 

Querido yo a los 18 espero, cuando acabe segundo de bachiller, que[…]

Querido yo  los 25[…]

Querido yo a los 35[…]

(El que quiera puede introducir en el sobre algún objeto que le inspire algo)



Eso sería todo, solo tenemos que buscar una caja y clausurarla, saludos.

martes, 21 de mayo de 2013

Encargo de Julio Cortázar



No me des tregua, no me perdones nunca.
Hostígame en la sangre, que cada cosa cruel sea tú que
vuelves.
¡No me dejes dormir, no me des paz!
Entonces ganaré mi reino,
naceré lentamente.
No me pierdas como una música fácil, no seas caricia ni
guante; 
tállame como un sílex, desespérame.
Guarda tu amor humano, tu sonrisa, tu pelo. Dálos.
Ven a mí con tu cólera seca de fósforos y escamas.
Grita. Vomítame arena en la boca, rómpeme las fauces.
No me importa ignorarte en pleno día,
saber que juegas cara al sol y al hombre.
Compártelo.


Yo te pido la cruel ceremonia del tajo,
lo que nadie te pide: las espinas
hasta el hueso. Arráncame esta cara infame,
oblígame a gritar al fin mi verdadero nombre.



Saludos.

domingo, 19 de mayo de 2013

Don Lope de Vega



Esta cabeza, cuando viva, tuvo

Esta cabeza, cuando viva, tuvo
sobre la arquitectura destos huesos
carne y cabellos, por quien fueron presos
los ojos que mirándola detuvo.

Aquí la rosa de la boca estuvo,
marchita ya con tan helados besos,
aquí los ojos de esmeralda impresos,
color que tantas almas entretuvo.

Aquí la estimativa en que tenía
el principio de todo el movimiento,
aquí de las potencias la armonía.

¡Oh hermosura mortal, cometa al viento!,
¿dónde tan alta presunción vivía,
desprecian los gusanos aposento?

Un soneto me manda hacer Violante


Un soneto me manda hacer Violante
que en mi vida me he visto en tanto aprieto;
catorce versos dicen que es soneto;
burla burlando van los tres delante.

Yo pensé que no hallara consonante,
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto,
no hay cosa en los cuartetos que me espante.

Por el primer terceto voy entrando,
y parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.

Ya estoy en el segundo, y aun sospecho
que voy los trece versos acabando;
contad si son catorce, y está hecho.

Suelta mi manso, mayoral extraño,

Suelta mi manso, mayoral extraño,
pues otro tienes de tu igual decoro,
deja la prenda que en el alma adoro,
perdida por tu bien y por mi daño.

Ponle su esquila de labrado estaño,
y no le engañen tus collares de oro,
toma en albricias este blanco toro,
que a las primeras hierbas cumple un año.

Si pides señas, tiene el vellocino
pardo, encrespado, y los ojuelos tiene
como durmiendo en regalado sueño.

Si piensas que no soy su dueño, Alcino,
suelta, y verásle si a mi choza viene,
que aun tienen sal las manos de su dueño.


Desmayarse, atreverse, estar furioso,




Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;

huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.



"La Gatomaquia"




(1634) narra una historia de amor, celos y muerte protagonizada por un grupo de gatos: Zapaquilda (la gata), Marramaquiz (el novio de Zapaquilda) y el extranjero Micifuf. Pero La Gatomaquia dista de ser una simple historia de desengaños. Lope de Vega generó una distancia enunciativa al elegir animales como personajes para realizar una crítica directa a la palabra “culta” de su época, y en ese afán de crear una sátira irónica construyó versos que mezclan lo poético presuntuoso con el lenguaje banal y cotidiano.

Silva I (Fragmentos)
[...]
Tú, don Lope, si acaso
te deja divertir por el Parnaso
el Holandés pirata,
gato de nuestra plata,
que infesta las marinas
por donde con la armada peregrinas,
suspende un rato aquel valiente acero
con que al asalto llegas el primero,
y escucha mi famosa ''Gatomaquia''.
[...]
     Estaba sobre un alto caballete
de un tejado sentada
la bella Zapaquilda al fresco viento,
lamiéndose la cola y el copete,
tan fruncida y mirlada
como si fuera gata de convento.
Su mesmo pensamiento
de espejo le servía,
puesto que un rofo casco le traía
cierta urraca burlona
que no dejaba toca ni valona
que no escondía por aquel tejado,
confín del corredor de un licenciado.
Ya que lavada estuvo,
y con las manos, que lamidas tuvo,
de su ropa de martas aliñada,
cantó un soneto en voz medio formada
en la arteria bocal, con tanta gracia
como pudiera el músico de Tracia;
de suerte, que cualquiera que la oyera,
que era solfa gatuna conociera,
con algunos cromáticos disones,
que se daban al diablo los ratones.
      
[...]

Marramaquiz, atento
a las nuevas del paje
(que la fama enamora desde lejos),
que, fuera de las naguas de pellejos
del campanudo traje,
introdución de sastres y roperos,
doctos maestros de sacar dineros,
alababa su gracia y hermosura,
con tanta melindrífera mesura,
pidió caballo, y luego fué traída
una mona vestida
al uso de su tierra,
cautiva en una guerra
que tuvieron las monas y los gatos.
Púsose borceguíes y zapatos,
de dos dediles de segar abiertos,
que con pena calzó, por estar tuertos;
una cuchara de plata por espada;
la capa, colorada,
a la francesa, de una calza vieja,
tan igual, tan lucida y tan pareja,
que no será lisonja
decir que Adonis en limpieza y gala,
aunque perdone Venus, no le iguala;
por gorra de Milán, media toronja,
con un penacho rojo, verde y bayo,
de un muerto por sus uñas papagayo,
que diciendo: «¿ Quién pasa?» cierto día,
pensó que el Rey venía,
y era Marramaquiz, que andaba a caza,
y halló para romper la jaula traza;
Por cuera, dos mitades que de un guante
le ataron por detrás y por delante,
y un puño de una niña por valona.
Era el gatazo de gentil persona
y no menos galán que enamorado,
bigote blanco y rostro despejado,
ojos alegres, niñas mesuradas
de color de esmeraldas diamantadas,
y a caballo en la mona, parecía
el paladín Orlando, que venía
A visitar a Angélica la bella.

      La recatada ninfa, la doncella,
en viendo el gato, se mirló de forma,
que en una grave dama se transforma,
lamiéndose, a manera de manteca,
la superficie de los labios seca,
y con temor de alguna carambola,
tapó las indecencias con la cola,
y bajando los ojos hasta el suelo,
su mirlo propio le sirvió de velo;
que ha de ser la doncella virtuosa
más recatada mientras más hermosa.
Marramaquiz entonces, con ligeras
plantas batiendo el tetuán caballo,
que no era Piedehierro, o Piedegallo,
le dió cuatro carreras,
con otras gentilezas y escarceos,
alta demostración de sus deseos,
y la gorra en la mano,
acercóse galán y cortesano,
donde le dijo amores.
Ella, con las colores
que imprime la vergüenza,
le dió de sus guedejas una trenza;
y al tiempo que los dos marramizaban
y con tiernos singultos relamidos
alternaban sentidos,
desde unas claraboyas que adornaban
la azutea de un clérigo vecino,
un bodocazo vino,
disparado de súbita ballesta
más que la vista de los ojos presta,
que, dándole a la mona en la almohada,
por de dentro morada,
por de fuera pelosa,
dejó caer la carga, y presurosa
corrió por los tejados,
sin poder los lacayos y criados
detener el furor con que corría.
No de otra suerte que en sereno día
balas de nieve escupe y, de los senos
de las nubes, relámpagos y truenos
súbita tempestad en monte o prado,
obligando que el tímido ganado
atónito se esparza,
ya dejando en la zarza
de sus pungentes laberintos vana,
la blanca, o negra lana
(que alguna vez la lana ha de ser negra),
y hasta que el Sol en arco verde alegra
los campos, que reduce a sus colores,
no vuelven a los prados ni a las flores,
así los gatos iban alterados
por corredores, puertas y terrados,
con trágicos maúllos,
no dando, como tórtolas, arrullos,
y la mona, la mano en la almohada,
la parte occidental descalabrada,
y los húmidos polos circunstantes
bañados de medio ámbar, como guantes.


      En tanto que pasaban estas cosas,
y el gato en sus amores discurría
con ansias amorosas
(porque no hay alma tan helada y fría,
que Amor no agarre, prenda y engarrafe),
Y el más alto tejado enternecía,
aunque fuesen las tejas de Getafe,
y ella, con ñifiñafe,
se defendía con semblante airado,
aquel de cielo y tierra monstro alado
que, vestido de lenguas y de ojos,
ya decrépito viejo con antojos,
ya lince penetrante,
por los tres elementos se pasea
sin que nadie le vea,
con la forma elegante
de Zapaquilda discurrió ligero
[...]
 

      Esto dijo la Fama, que pregona
el bien y el mal; y en viendo su retrato,
se erizó todo gato
y dispuso venir, con esperanza
del galardón que un firme amor alcanza.
Los que vinieron por la tierra en postas,
trujeron, por llegar a la ligera,
sólo plumas y banda, calza y cuera;
los que habitaban de la mar las costas
(tanto pueden de amor dulces empresas)
vinieron en artesas,
mas no por eso menos
hasta la cola de riquezas llenos;
y otros, por bizarría,
para mostrar después la gallardía,
en cofres y baúles,
sulcando las azules
montañas de Anfitrite;
y alguno que a disfraces se remite,
por no ser conocido,
en una caja de orinal metido.
Con esto, en muchos siglos no fué vista
como en esta conquista
tanta de gatos multitud famosa,
por Zapaquilda hermosa:
Apenas hubo teja o chimenea
sin gato enamorado,
de bodoque tal vez precipitado,
como Calisto fué por Melibea.
ni ratón parecía,
ni el balbuciente hocico permitía
que del nido saliese,
ni queso ni papel se agujeraba,
por costumbre o por hambre que tuviese,
ni poeta por todo el universo
se lamentó que le royesen verso,
ni gorrión saltaba,
ni verde lagartija
salía de la cóncava rendija.
Por otra parte el daño compensaba
que de tanto gatazo resultaba;
pues no estaba segura
en sábado morcilla ni asadura,
ni panza, ni cuajar, ni aun en lo sumo
de la alta chimenea
la longaniza al humo,
por imposible que alcanzarla sea,
exempto a la porfía en la esperanza,
que tanto cuanto mira, tanto alcanza.

      Entre esta generosa ilustre gente
vino un gato valiente,
de hocico agudo y de narices romo,
blanco de pecho y pies, negro de lomo,
que Mizifuf tenía
por nombre, en gala, cola y gallardía
célebre en toda parte
por un Zapinarciso y Gatimarte.
Éste, luego que vió la bella gata,
más reluciente que fregada plata,
tan perdido quedó, que noche y día
paseaba el tejado en que vivía,
con pajes y lacayos de librea
(que nunca sirve mal quien bien desea);
Y sucedióle bien, pues luego quiso,
¡Oh gata ingrata!, a Mizifuf Narciso,
dando a Marramaquiz celos y enojos.
No sé por cuál razón puso los ojos
en Mizifuf, quitándole al primero,
con súbita mudanza,
el antiguo favor y la esperanza.
¡Oh, cuánto puede un gato forastero,
y más, siendo galán y bien hablado,
de pelo rizo y garbo ensortijado!
Siempre las novedades son gustosas:
no hay que fiar de gatas melindrosas.
¿Quién pensara que fuera tan mudable
Zapaquilda, cruel y inexorable,
y que al galán Marramaquiz dejara
por un gato que vió de buena cara,
después de haberle dado
un pie de puerco hurtado,
pedazos de tocino y de salchichas?
¡Oh, cuán poco en las dichas
está firme el amor y la fortuna!
¿En qué mujer habrá firmeza alguna?
¿Quién tendrá confianza,
si quien dijo mujer, dijo mudanza?

      Marramaquiz, con ansias y desvelos,
vino a enfermar de celos,
porque ninguna cosa le alegraba.
Finalmente, Merlín, que le curaba,
gato de cuyas canas, nombre y ciencia
era notoria a todos la experiencia,
mandó que se sangrase;
y como no bastase,
vino a verle su dama,
aunque tenía en un desván la cama,
adonde la carroza no podía
subir, por alta, y por la estrecha vía;
pero, en fin, apeada,
entró, de su escudero acompañada.
Mirándose los dos severamente,
después de sosegado el accidente,
él con maúllo habló, y ella con mirlo,
(que fuera harto mejor pegarla un chirlo);
pero, por alegralle la sangría,
le trujo su criada Bufalía
una pata de ganso y dos ostiones.
Él se quejó con tímidas razones
En su lenguaje mizo,
a que ella con vergüenza satisfizo;
quejas que, traducidas dél y della,
así decían: «Zapaquilda bella,
¿por qué me dejas tan injustamente?»
¿Es Mizifuf más sabio? ¿Es más valiente?
¿Tiene más ligereza, mejor cola?
¿No sabes que te quise elegir sola
entre cuantas se precian de mirladas,
de bien vestidas y de bien tocadas?
¿Esto merece que un invierno helado,
de tejado en tejado
me hallaba el alba al madrugar el día,
con espada, broquel y bizarría,
más cubierto de escarcha
que soldado español que en Flandes marcha
con arcabuz y frascos?
Si no te he dado telas y damascos,
es porque tú no quieres vestir galas
sobre las naturales martingalas,
por no ofender, ingrata a tu belleza,
las naguas que te dió naturaleza.
Pero en lo que es regalos, ¿quién ha sido
más cuidadoso, como tú lo sabes,
en cuanto en las cocinas, atrevido,
pude garrafiñar de peces y aves?
¿Qué pastel no te truje, qué salchicha?
¡Oh terrible desdicha!
¡Pues no soy yo tan feo!
que ayer me vi, mas no como me veo,
en un caldero de agua que de un pozo
sacó para regar mi casa un mozo,
y dije: «¿Esto desprecia Zapaquilda?
¡Oh celos! ¡Oh piedad! ¡Oh amor! reñilda».

      No suele desmayarse al Sol ardiente
la flor del mismo nombre y la arrogante
cerviz bajar humilde, que la gente,
por la loca altitud, llamó gigante,
ni queda el tierno infante
más cansado, después de haber llorado,
me su madre en el pecho regalado,
que el amante quedó sin alma. ¡Oh cielos,
qué dulce cosa amor, qué amarga celos!
Ella, como le vió que ya exhalaba
blandamente el espíritu en suspiros,
y que piramizaba
entre dulces de Amor fingidos tiros,
porque no se le rompa vena o fibra,
el mosqueador de las ausencias vibra,
pasándole dos veces por su cara.
Volvióle en sí; que aquel favor bastara
para libralle de la muerte dura,
y luego, con melífera blandura,
le dijo en lengua culta:
«Si tu amor dificulta
el que me debes, en tu agravio piensas
tan injustas ofensas;
que, aunque es verdad que Mizifuf me quiere
y dice a todos que por mí se muere,
yo te guardo la fe como tu esposa». 
Cesó con esto Zapaquilda hermosa,
sellando honesta las dos rosas bellas;
que siempre hablaron poco las doncellas,
que, como las viudas y casadas,
no están en el amor ejercitadas.
      
      Bajaba ya la noche,
y las ruedas del coche,
tachonadas de estrellas,
brilladores diamantes y centellas,
detrás de las montañas resonaban;
los pájaros callaban,
dejando el campo yermo,
cuando los pajes del galán enfermo
en el alto desván hachas metían,
que alumbrar la carroza prevenían.
Entonces los amantes
(que son los cumplimientos importantes),
ella por irse, y él quedarse a solas,
se hicieron reverencia con las colas. 


Don Francisco de Quevedo



Os dejo una selección de poemas de Quevedo de obligada lectura, saludos.

Poemas metafísicos

«¡Ah de la vida!»0... ¿Nadie me responde?
¡Aquí de los antaños1 que he vivido!
La Fortuna mis tiempos ha mordido;
las Horas mi locura las esconde.2

¡Que sin poder saber cómo ni adónde
la salud y la edad se hayan huido!
Falta la vida, asiste lo vivido,3
y no hay calamidad que no me ronde.

Ayer se fue; mañana no ha llegado;
hoy se está yendo sin parar un punto:
soy un fue, y un será, y un es cansado.4

En el hoy y mañana y ayer, junto
pañales y mortaja, y he quedado
presentes sucesiones de difunto. 5


Notas:
0. Antiguamente, al entrar en una casa se decía esta expresión, que significaba ¿hay alguien en casa?.
1.
 antaños: antiguos, tiempo pasado.
2. El destino ha consumido su vida y la insensatez le ha hecho perder el tiempo.
 Se refiere a los avatares de la fortuna que, a veces, es favorable y otras no, tanto subes como bajas.
3. El desgaste físico causado por el paso del tiempo está presente.
4. Usa tres formas verbales en forma de sustantivos para dar a entender que los hombres estamos hechos de tiempo.
5. En la actualidad, el futuro y el pasado, une el nacimiento con la muerte y se convierte en una serie de difuntos. Quevedo piensa que todo hombre vivo es la suma de los hombres, ya muertos. La idea reaparece en otros escritos de este mismo poeta.




Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.

Salíme al campo: vi que el sol bebía
los arroyos del hielo desatados,
y del monte quejosos los ganados,
que con sombras hurtó su luz al día.

Entré en mi casa: vi que amancillada
de anciana habitación era despojos;
mi báculo más corvo y menos fuerte;

Vencida de la edad sentí mi espada.
Y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.


Epístola satírica y censoria contra las costumbres presentes de los castellanos (Fragmento)

No he de callar, por más que con el dedo,
ya tocando la boca, o ya la frente,
silencio avises o amenaces miedo.

¿No ha de haber un espíritu valiente?
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?

Hoy sin miedo que libre escandalice
puede hablar el ingenio, asegurado
de que mayor poder le atemorice...

En otros siglos pudo ser pecado
severo estudio y la verdad desnuda,
y romper el silencio el bien hablado.

Pues sepa quien lo niega y quien lo duda
que es la lengua la verdad de Dios severo
y la lengua de Dios nunca fue muda.


El reloj de arena

¿Qué tienes que contar, reloj molesto,
en un soplo de vida desdichada
que se pasa tan presto?
¿En un camino que es una jornada
breve y estrecha de este al otro polo, 5
siendo jornada que es un paso solo?
Que si son mis trabajos y mis penas,
no alcanzaras allá, si capaz vaso
fueses de las arenas,
en donde el alto mar detiene el paso. 10
Deja pasar las horas sin sentirlas,
que no quiero medirlas,
ni que me notifiques de esa suerte
los términos forzosos de la muerte.
No me hagas más guerra, 15
déjame y nombre de piadosa cobra,
que harto tiempo me sobra
para dormir debajo de la tierra.
Pero si acaso por oficio tienes
el contarme la vida, 20
presto descansarás, que los cuidados
mal acondicionados
que alimenta lloroso
el corazón cuitado y lastimoso,
y la llama atrevida 25
que amor, ¡triste de mí!, arde en mis venas
(menos de sangre que de fuego llenas),
no sólo me apresura
la muerte pero abréviame el camino:
pues con pie doloroso, 30
mísero peregrino,
doy cercos a la negra sepultura.
Bien sé que soy aliento fugitivo;
ya sé, ya temo, ya también espero
que he de ser polvo, como tú, si muero; 35
y que soy vidrio, como tú, si vivo.


Poemas amorosos

A fugitivas sombras doy abrazos; 
en los sueños se cansa el alma mía; 
paso luchando a solas noche y día 
con un trasgo que traigo entre mis brazos. 

Cuando le quiero más ceñir con lazos, 
y viendo mi sudor, se me desvía, 
vuelvo con nueva fuerza a mi porfía, 
y temas con amor me hacen pedazos. 

Voyme a vengar en una imagen vana 
que no se aparta de los ojos míos; 
búrlame, y de burlarme corre ufana. 

Empiézola a seguir, fáltanme bríos; 
y como de alcanzarla tengo gana, 
hago correr tras ella el llanto en ríos


Comunicación de amor invisible por los ojos

Si mis párpados, Lisi, labios fueran,
besos fueran los rayos visüales
de mis ojos, que al sol miran caudales
águilas, y besaran más que vieran.

Tus bellezas, hidrópicos, bebieran,
y cristales, sedientos de cristales;
de luces y de incendios celestiales,
alimentando su morir, vivieran.

De invisible comercio mantenidos,
y desnudos de cuerpo, los favores,
gozaran mis potencias y sentidos;

mudos se requebraran los ardores;
pudieran, apartados, verse unidos,
y en público, secretos, los amores.



Contraposiciones y tormentos de su amor

Osar, temer, amar y aborrecerse,
alegre con la gloria, atormentarse;
de olvidar los trabajos olvidarse,
entre llamas arder sin encenderse;


con soledad entre las gentes verse
y de la soledad acompañarse;
morir continuamente, no acabarse,
perderse por hallar con qué perderse;


ser Fúcar de esperanzas sin ventura,
gastar todo el caudal en sufrimiento,
con cera conquistar la piedra dura,


son efectos de amor en mis tormentos;
nadie le llame dios, que es gran locura,
que más son de verdugo sus tormentos.



Fluctuando en los cabellos de Lisi

En crespa tempestad del oro undoso
nada golfos de luz ardiente y pura
mi corazón, sediento de hermosura,
si el cabello deslazas generoso.

Leandro en mar de fuego proceloso,
su amor ostenta, su vivir apura;
Ícaro en senda de oro mal segura
arde sus alas por morir glorioso.


Con pretensión de fénix, encendidas
sus esperanzas, que difuntas lloro,
intenta que su muerte engendre vidas.


Avaro y rico, y pobre en el tesoro,
el castigo y la hambre imita a Midas,
Tántalo en fugitiva fuente de oro.



Amor constante más allá de la muerte



Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día, 1
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;2

mas no, de esotra parte, en la ribera,
dejará la memoria, en donde ardía: 3
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa. 4

Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido 5

su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado. 6

Notas:
1. postrera: última. El poeta prevé el momento en que la sombra última de la muerte le cerrará los ojos y le arrebatará la luz de este mundo (blanco día).
2. y la hora agradable (lisonjera)de la muerte podrá soltar su alma que está ansiosa por liberarse de la cárcel del cuerpo para así acceder a la vida eterna.
3. La muerte está representada al modo de los antiguos griegos y romanos, quienes creían que el alma del difunto cruzaba un río llamado Leteo antes de alcanzar el reino de los muertos. Al pasar el Leteo, el alma se olvidaba de todo lo que había vivido en el mundo terrenal, pero Quevedo dice que él, cuando se encuentre en el más allá (de esotra parte) conservará el recuerdo (memoria) del amor en lugar de dejarlo en la orilla (ribera) del río del olvido.
4. Se refiere a la severa ley de la muerte, que dicta que el alma del hombre muerto no puede recordar nada de lo que vivió en el mundo terrenal.
5. Quevedo alude a su propio cuerpo mencionando tres de sus partes: el alma, las venas y las médulas o medulas, que son los huesos. De su alma dice que ha vivido encarcelada por culpa de un dios (Cupido); de sus venas, que el líquido (humor) que las recorría, es decir, la sangre, ha dado alimento al fuego de la pasión; de sus huesos, que han ardido gloriosamente en el fuego de la pasión.
6. Los tres predicados se corresponden con los tres sujetos citados en el primer terceto. Quevedo nos dice que, una vez en el más allá, su alma dejará el cuerpo pero no se desprenderá de su ansiedad amorosa (no su cuidado); las venas serán ceniza, pero ceniza con capacidad de sentir; y los huesos se convertirán en polvo, pero en polvo enamorado. En definitiva, expresa la convicción de que el amor, cuando es intenso, puede sobrevivir a la muerte.



Poemas satíricos y burlescos.

Las dos versiones de este famoso poema:


Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un peje espada muy barbado.

Era un reloj de sol mal encarado,
érase una alquitara pensativa,
érase un elefante boca arriba,
era Ovidio Nasón más narizado.

Érase 
el espolón de una galera,
érase una pirámide de Egipto,
las doce Tribus de narices era.

Érase un naricísimo infinito,
muchísimo nariz, nariz tan fiera
que en la cara de Anás fuera delito.


Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una alquitara medio viva ,
érase un peje espada muy barbado.

Era un reloj de sol mal encarado,
érase un elefante boca arriba,
érase una nariz sayón y escriba ,
era Ovidio Nasón más narizado.

Érase 
el espolón de una galera,
érase una pirámide de Egipto,
las doce Tribus de narices era.

Érase un naricísimo infinito,frisón archinariz, caratulera 
sabañón garrafal, morado y frito.

Sayón: falda grande que cae acampanadamente hacia el suelo.
Escriba: alusión al mundo judaico. Los escribas eran los intérpretes de la ley de Dios en el judaísmo. La nariz era ancha como el sayán y grande e inclinada como la espalda de alguien que está escribiendo.

Peje: Pez. La nariz era larga como un pez espada, pero con muy grandes aletas (barbas=pelos) en la punta. A su vez, la palabra pejeestá tomada también en este otro sentido: peje=mal sujeto. El verso indica que era una nariz enorme de la que asomaban pelos; pero también era la nariz de una mala persona.
Un reloj de sol porque de su cara salía la nariz como una barra larga (o gnomon) del reloj de sol; pero era un reloj de sol está mal encarado si no le da el sol: el rostro del narigón era, pues, sombrío. Mal encaradosignifica también que tiene mala cara.

Alquitara: alambique. Utensilio con un gran tubo por el que fluye el líquido destilado. Pensativa incide en la imagen del objeto encorvado hacia el suelo.
Un elefante boca arribaEste verso tiene también dos sentidos. Se trata de una nariz monstruosamente grande como un elefante con las patas arriba; pero simultáneamente, el narigudo era como una elefante por encima de la boca.
Ovidio Nasón era un famoso poeta latino de la familia de los Nasones.Naso en latín significa "nariz".
Espolón es la punta en que remata la proa de una nave.
Las doce Tribus. Extraordinaria hipérbole, pues da a entender que la nariz equivalía a la suma de las narices de los miembros de las doce tribus de Israel. Popularmente, se atribuye a los judíos la peculiaridad de tener la nariz grande.
En la cara de Anás. Tan grande era la nariz que resultaría ofensiva aun si se pusiera en el rostro de un judío chato. Quevedo juega con la falsa etimología de "A-nas", "sin nariz". A propósito de este dato, hay que recordar que el poeta fue declarado antisemita.
Frisón es, según la RAE, algo "que es grande y corpulento dentro de su género".
Sabañón es una hinchazón o ulceración de la piel. La metáfora sugiere que la nariz está hinchada y roja (morado y frito).
   



A UNA DAMA BIZCA Y HERMOSA

Si a una parte miraran solamente
vuestros ojos, ¿cuál parte no abrasaran?
Y si a diversas partes no miraran,
se helaran el ocaso o el Oriente.

El mirar zambo y zurdo es delincuente;
vuestras luces izquierdas lo declaran,
pues con mira engañosa nos disparan
facinorosa luz, dulce y ardiente.

Lo que no miran ven, y son despojos
suyos cuantos los ven, y su conquista
da a l'alma tantos premios como enojos.

¿Qué ley, pues, mover pudo al mal jurista
a que, siendo monarcas los dos ojos,
los llamase vizcondes de la vista?

Varios linajes de calvas

"Madres, las que tenéis hijas,
así Dios os dé ventura,
que no se las deis a calvos,
sino a gente de pelusa.
Escarmentad en mí todas,
que me casaron a zurdas
con un capón de cabeza,
derbarbado hasta la nuca.

Antes que calvi-casadas
es mejor verlas difuntas,
que un lampiño de mollera
es una vejiga lucia1.

Pues ¿qué si cincha la calva
con las melenas que anuda?
Descubrirá con el viento
de trecho a treño pechugas.

Hay calvos sacerdotales,
y de estas calvas hay muchas,
que en figura de coronas
vuelven los maridos curas.

Calvas gerónimas hay,
como las sillas de rúa;
cerco delgado y redondo;
lo demás, plaza y tonsura.

Hay calvas asentaderas,
y habían los que las usan
de traerlas con gregüescos,
por tapar cosa tan sucia.

Calvillas hay vergonzantes
como descalabraduras;
pero yo llamo calvarios
a las montosas y agudas.

Hay calva-truenos también,
donde está la baraúnda
de nudos y lazadas,
de trenzas y de cosuras.

Hay calvas de mapamundi,
que con mil líneas se cruzan,
con zonas y paralelos
de carreteras que las surcan.

Hay aprendices de calvos,
que el cabello se rebujan,
y por tapar el melón,
representan una furia.

Yo he visto una calva rasa,
que dándola el sol relumbra,
calavera de espejuelo,
vidriado de las tumbas.

Marido de pie de cruz,
con una muchacha rubia,
¿qué engendrará si se casa,
sino un racimo de Judas?"

En esto, huyendo de un calvo,
entró una moza de Asturias,
de las que dicen que olvidan
los cogotes en la cuna;
y a voces desesperadas,
maldiciendo su ventura,
dijo de aquesta manera,
cariharta y cejijunta.

"Calvos van los hombres, madre,
calvos van;
mas ellos cabellarán.

Cabéllense enhorabuena,
pues como del brazo ha sido
siempre la manga el vestido,
hoy del casco, aunque sea ajena,
es bien lo sea la melena,
y que ande también galán.

Calvos van los hombres, madre,
calvos van;
mas ellos cabellarán.

¿Quién hay que pueda creello,
que hay por naturaleza
heréticos de cabeza,
calvinistas de cabello?
Los que se atreven a sello,
¿a qué no se atreverán?

Calvos van los hombres, madre,
calvos van;
mas ellos cabellarán.

Cuando hubo españoles finos,
menos dulcen y más crudos,
eran los hombres lanudos,
ya son como perros chinos,
Zamarro fue Montesinos,
El Cid, Bernardo y Roldán.

Calvos van los hombres, madre,
calvos van;
mas ellos cabellarán.

Si a los hombres los queremos,
para pelarlos acá,
y pelados vienen ya,
si no hay que pelar, ¿qué haremos?
antes morir que encalvemos;
alerta, hijas de Adan.

Calvos van los hombres , madre,
calvos van;
mas ellos cabellarán."


1. m. Cada uno de los lagunajos que quedan en las marismas al retirarse las aguas.


Hastío de un casado al tercer día.


Anteayer nos casamos; hoy querría,
doña Pérez, saber ciertas verdades:
decidme, ¿cuánto número de edades
enfunda el matrimonio en sólo un día?

Un anteayer, soltero ser solía,
y hoy, casado, un sin fin de Navidades
han puesto dos marchitas voluntades
y más de mil antaños en la mía.

Esto de ser marido un año arreo,
aun a los azacanes empalaga:
todo lo cotidiano es mucho y feo.

Mujer que dura un mes, se vuelve plaga;
aun con los diablos fue dichoso Orfeo,
pues perdió la mujer que tuvo en paga.


«Vieja vuelta a la edad de las niñas»:

¿Para qué nos persuades eres niña?
¿Importa que te mueras de viruelas?
Pues la falta de dientes y de muelas
boca de taita en la vejez te aliña.

Tú te cierras de edad y de campiña,
y a que están por nacer, chicota, apelas;
gorgeas con quijadas bisagüelas
y llamas metedor a la basquiña.

La boca, que fue chirlo, agora embudo,
disimula lo rancio en los antaños,
y nos vende por barbas el engrudo.

Grandilla (porque logres tus engaños),
que tienes pocos años no lo dudo,
si son los por vivir los pocos años.